lunes, 1 de noviembre de 2010

¡HAMBRE!


(…) Los grandes desastres contemporáneos, vistos con una perspectiva histórica, no son en modo alguno excepcionales. (…) La actual situación alimentaria no se debe, como afirman algunos, a una producción insuficiente o a una demografía explosiva. Existen con seguridad causas más profundas. El sistema feudal que rige hoy la distribución de la renta, el empleo, la utilización de abonos, las inversiones, etc., tanto en el plano nacional como internacional, influye probablemente tanto, sino más, como las condiciones atmosféricas o la ecología.

(…). Una serie de países que gozan de condiciones favorables y de una tecnología superior han acumulado riquezas y excedentes que no consiguen vender, por la simple razón que los países menos favorecidos no disponen ni de los fondos ni de las divisas indispensables para adquirir una parte de esos excedentes de producción, que habrían podido evitar su déficit de alimentos. Por una prevención semántica nos hemos acostumbrado a tratar de excedentarias unas cantidades de víveres simplemente porque no llegaban a los consumidores que los necesitaban, pero no
podían pagarlos.

(…) El beneficio es la única razón de ser del comercio de artículos alimenticios, que no tiene para nada en cuenta las necesidades de la nutrición, aunque el consumo sea la finalidad última de la producción de víveres. Así, el comercio de cereales destinados a alimentar la ganadería despierta más interés en los círculos financieros que el destinado a alimentar a millones de hombres, por la simple y tremenda razón de que la demanda de alimentos para los animales de los países industrializados es solvente, no siéndolo, en cambio, la que afecta a los seres humanos.

(…) La alimentación humana es un fenómeno complejo cuyo contexto varía con la historia y que evoluciona de acuerdo con las estructuras locales. El aumento de la producción es sin duda alguna esencial, pero debe ser parte integrante de un sistema que permita su comercialización, la cual a su vez sólo se justifica si hay consumo. Por su parte, éste depende del poder adquisitivo, el cual determina la demanda. Por último, el poder adquisitivo de los ingresos y del empleo. Es, pues, legítimo preguntarse si hay la menor esperanza de dar una solución satisfactoria a tan complejo problema. En efecto, las condiciones que acabamos de señalar son necesarias pero no suficientes. La producción misma tiene sus límites: la ecología, la existencia de suelos y de instalaciones disponibles, los métodos de cultivo, el agua, los abonos, el sistema de propiedad y arrendamiento de la tierra, las condiciones de almacenamiento, etc. Para no hundirse en el pesimismo, hay que simplificar los sistemas y no perder de vista el objetivo fianal: la alimentación de los hombres.

(Extractos del Correo, mayo de 1975, Marcel Ganzin ‐ FAO)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario